Era el momento que muchos llevamos bastante tiempo esperando, el momento en el que Armin van Buuren se viste de gala y es capaz de hacer magia en el estudio.
Famosas son las intros de sus álbumes, dignas de la mejor puesta en escena posible en un show en vivo (aún nos acordamos de cuando Susana bajaba desde el techo en un columpio mientras cantaba con su desgarrada voz el Desiderium 207, aquel preludio de Mirage que luego culminaría Eller van Buuren con la guitarra, o cuando Benno de Goeij tocaba ese solo de piano que daría comienzo al Armin Only Imagine allá por 2008). Los tiempos han cambiado muchísimo desde aquel entonces (pese a ser un insignificante lapso de tiempo en la historia de la música electrónica, tan sólo 7 años), y hoy en día estamos acostumbrados a otra cara del productor holandés Armin.
Es inevitable que a la hora de hablar de la canción cabecera de un álbum de Armin, un servidor se ponga nostálgico y se tema lo peor, tras haber visto mancillado lo más sagrado y la parte más pura que quedaba de la marca ‘Armin van Buuren’ con canciones como ‘Off The Hook‘ (pese a que ya hemos captado la idea de que Armin quería incluir big room en su álbum puesto que buscaba incluir todos los estilos posibles fusionados con el suyo). De ser este el leitmotiv del álbum, se lo perdonaremos.
Embrace cumple con la estética mostrada en Intense, pudiendo verse como un follow up de la misma en ciertas partes, y con ciertos sonidos que Armin ha querido seguir manteniendo.
Junto con el trompetista de jazz Eric Vloeimans, el dúo holandés centra el protagonismo de la canción en una trompeta, que lleva la iniciativa de la melodía, progresiva a lo largo de toda la canción acompañada por un piano, primer instrumento que podemos presenciar, que más tarde entra en conjunto con violines para hacer los coros, eclipsados por la trompeta en cada breakdown.
Tras dos drops que recuerdan bastante a la filosofía de Intense, buscando causar el furor en la pista, se nos presenta un tercer breakdown donde la trompeta sólo se muestra acopañada por sonidos puramente electrónicos, semejantes a los de una campana tubular, que culminan con la mejor parte de la canción sin duda alguna, ese tercer y último drop situado en el último minuto de la canción, que nos recuerda a la esencia más pura de Gaia que hemos podido ver en canciones como Tuvan pero que también Armin bajo su propio nombre ha mostrado en releases incluidos en sus álbumes de estudio como Full Focus o Pulsar.
La canción cierra con un solo a piano que sirve de outro.
Una vez más, Armin demuestra que de verdad se puede reinventar un propio estilo pero sin olvidar sus raíces y sus orígenes y pudiendo satisfacer su faceta más mainstream a su vez, y no la palabrería barata que hemos visto por parte de muchos productores a lo largo de la historia.
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